Les contaré cómo me fue a la playa de Galveston en mi primera visita.
El día nublado nos dio un descanso del incesante calor que hubo en Houston toda esa semana, así que decidimos irnos a la playa de paseo, a pesar de la amenaza de mal tiempo de los expertos del clima. ¿ir a la playa?, ¿con lluvia?, -se preguntarán algunos-, pero sí; quizás en Caracas Venezuela, -de dónde soy-esto ni lo hubiese pensado, pero, acá los tiempos compartidos en familia, son un tanto difíciles de cuadrar, así que, sin pensar mucho, nos fuimos; y que bueno que fue así, porque nos divertimos un montón.
Decidimos llamar a esta aventura: “Paseo de exploración”, por tanto, si llovía o no, no importaba, pues no íbamos con trajes de baño ni con ilusión de tomar el sol. Nos fuimos de paseo a la zona de Galveston, en Houston, Texas y estábamos muy entusiasmados, pues la última vez que tocamos el mar, fue en las playas de Florida.
Los venezolanos y en particular los caraqueños, tenemos una particularidad, para ir a la playa siempre cargamos con un perolero (llámese así todo lo que se te ocurra meter para un paseo). Así que por lo general preparamos comida para almorzar y demás.
En Estados Unidos tienes la facilidad de comprar en cualquier lugar e incluso de usar el servicio de comida por delivery, así que mi hija me dijo: ¿Mamá, pero por qué haces comida si podemos comprar pollo Popeye y listo?, y entonces le contesté: Hija, vamos a la playa ¡a lo Caraqueño!, como cuando íbamos a las playas del litoral en la Guaira, nos llevamos nuestra comida con la sazón del abuelo.
Cuando éramos niñas, mis padres nos llevaban a la playa y siempre, llevábamos pollo frito con unos bollitos que se hacen con harina de maíz, esa es nuestra comida “tradicional playera”, así que, siendo nuestro primer paseo oficial de playa, y teniendo la facilidad de tener harina PAN en esta ciudad (la harina que ama el venezolano), ¿cómo iba a negarme el placer de recordar mis paseos en Venezuela?
Cosas que llamaron mi atención:
- Toma precaución, hay una línea alterna a la orilla de la playa para permitir que los carros se estacionen con comodidad.
Al llegar observé algo que había una línea de la vía que nadie ocupaba, y estaba justo al lado de la línea de parqueo público. Luego de un buen rato transitando por allí, entendimos que es una línea que le permite a quienes se van a estacionar, hacerlo de forma cómoda sin poner en peligro a nadie.
Eso no lo ves en las playas venezolanas, pues es común que, por un par de billetes, un señor detenga el tráfico si quieres estacionar a la orilla de la vía de la playa. Además, por otros billetes más te dice dándole una palmadita a tu carro: ¡Déjalo ay pana!, ¡tu nave está segura, yo te la cuido mi brother! Escribir esto me causa gracia, pero a la vez me conmueve, porque los venezolanos no se paran, para buscar el pan para su casa, siempre se inventan una telenovela. Para quienes no conocen mi país, ese es un oficio casi, oficial. Te lo aseguro, en cualquier esquina o calle que visites, siempre encuentras a este personaje.
IMPORTANTE: toma en cuenta, que debes pagar mediante una aplicación que verás en los letreros, evita ser multado, el paseo te puede dar una sorpresa desagradable si no pagas.
- Lleva todo lo que necesites: Para ir a esta playa debes llevar desde toldos, sillas y todo lo necesario para protegerte del sol, ya que no hay toldos en alquiler. Las ventajas de este espacio es que tienes Walmart y Kroguer cerca, así que, si deseas hacer compras de última hora, como refrescos o bloqueadores solares, puedes visitar estas tiendas. La desventaja de este sector es que no hay baños públicos.
El centro tiene pocos atractivos,
pero para pasar el rato y tomar fotos, está ideal.
Casas antiguas pintorescas
El sector está lleno de casas antiguas, su estructura me llamó la atención porque son de madera y muy coloridas. Si es algo distinto a las construcciones que he visto en Houston. Y si hablamos de Venezuela, no existe punto de comparación.
El malecón
Recorrimos la bahía en la zona central Yllegamos al final dela bahia, donde hay ubicado un malecón.. La gente estaba allí con sus cañas de pescar. Te cuento, que esto siempre llama mi atención, pues en esta Houston, la gente se pone a pescar en cualquier lago, ya sea pequeño o grande, no importa.
Mi esposo que es del estado Barinas en Venezuela, le causa mucha gracia, dice: ¡qué ridiculez es esa!, ¿a qué loco se le ocurre ponerse a pescar en esos charcos? Y es entendibles, pues para el es impensable esto, está acostumbrado a esos caudalosos ríos de Barinas. Allá cuando un grupo de hombres dice a pescar, créelo, es a pescar en grande, suelen ir a las cabeceras de los ríos donde hay peces en abundancia, y van preparados con cavas, bebidas y mallas de pescar. Pero ese es otro cuento para otro episodio.
Visitamos:
Galveston Island Historic Pleasure Pier: es un lugar muy pintoresco, está ubicado en un muelle y cuenta con servicios de comida, distracción para grandes y chicos, juegos mecánicos y más. Es un espacio ideal para compartir en familia, incluso para enamorados, no nos quedamos a ver el atardecer, pero seguro debe ser mágico.
Alquiler de bicicletas de paseo: A lo largo de la bahía encontrarás lugares donde rentan unas bicicletas especiales para pasear en grupo, a la gente le encanta y disfruta un montón. Las aceras son bien anchas así que, si vas con niños, les fascinará.
Murdochs: es una tienda inmensa llena de objetos con temática playera, encuentras desde ropa, accesorios playeros, sombreros, calzado, decoración para el hogar, detalles para regalar, hasta snacks y bebidas. Les confieso algo, venden unos caracoles pintados, y la verdad, no me gustó. Me pareció poco ecológico, además que el lugar donde los exponen no luce nada cómodo para que ellos se desplacen. Los precios de esta tienda son variados.
¿Has recibido la lluvia en la playa, en calma y sin prisa?
Yo muy pocas veces, pero siempre que ha pasado, lo he disfrutado demasiado. Sin duda, lo que más me encantó del paseo, fue caminar descalza por la arena, disfrutar el día nublado con poca gente a lo largo de la playa. Ese día, hasta la lluvia era perfecta, nos disfrutamos ese espacio de quietud y conexión con la naturaleza, que tanto nos faltaba.
Esta experiencia no la había vivido en familia jamás. Me encantó ver a mi hija bailar en medio de la lluvia y el agua a la orilla del mar. Vivimos ese momento sin apuro, sin deseos de huir a refugiarnos de las gotas de agua, solo estar, disfrutar y bendecir el instante. La felicidad que experimenté ese día fue mágica.
Definitivamente si volvería a visitar Galveston.